viernes, 29 de mayo de 2009

hechos de los apostoles

1 El primer libro lo escribí, Teófilo, sobre todo lo que Jesús hizo y enseñó desde un principio
2 hasta el día en que, después de haber dado instrucciones por medio del Espíritu Santo a los apóstoles que había elegido, fue llevado al cielo.
3 A estos mismos, después de su pasión, se les presentó dándoles muchas pruebas de que vivía, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca de lo referente al Reino de Dios.
4 Mientras estaba comiendo con ellos, les mandó que no se ausentasen de Jerusalén, sino que aguardasen la Promesa del Padre, «que oísteis de mí:
5 Que Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados en el Espíritu Santo dentro de pocos días».
6 Los que estaban reunidos le preguntaron: «Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?»
7 El les contestó: «A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad,
8 sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra.»
9 Y dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos.
10 Estando ellos mirando fijamente al cielo mientras se iba, se les aparecieron dos hombres vestidos de blanco
11 que les dijeron: «Galileos, ¿qué hacéis ahí mirando al cielo? Este que os ha sido llevado, este mismo Jesús, vendrá así tal como le habéis visto subir al cielo.»
12 Entonces se volvieron a Jerusalén desde el monte llamado de los Olivos, que dista poco de Jerusalén, el espacio de un camino sabático.

miércoles, 13 de mayo de 2009

RESUMEN

Pasado el sàbado, al amanecer del primer día de la semana, Maria Magdalena y otras mujeres, posiblemente, María la de Santiago, Juana y Salomé, llevando consigo los perfumes que habian comprado para embalsamarlo se dirigieron hacia el sepulcro.
Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: uno o dos ángeles del Señor bajaron del cielo, hicieron rodar la piedra del sepulcro y se sentaron sobre ella y sobre el sepulcro a la derecha. Las mujeres se asustaron.
Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve.
Al ver todo esto, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.
Ellas sstaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo.
El ángel les dijo: "No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron. Id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea: Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea:
el Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado, y al tercer día resucitará.
"
Ellas entonces recordaron las palabras de Jesús.
De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán".

Las mujeres atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos.

Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero,
con esta consigna: "Digan así: "Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos".
Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo".
Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
Al volver del sepulcro, les contaron a los Once y a todos los demás lo que les había sucedido.
Pero no les creyeron, y esta novedad les pareció puro cuento.
Pedro, el otro discípulo a quien Jesús amaba y María Magdalena salieron para el sepulcro.
Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró.
Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados.
El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar.
Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó.
Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡Él "debía" resucitar de entre los muertos!
Después los dos discípulos se volvieron a casa.

María se quedó llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro
y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies.
Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús.
Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré».
Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro».
Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es vuestro Padre ; a mi Dios, que es vuestro Dios».
18] María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto».

lunes, 11 de mayo de 2009

San Marcos

CAPÍTULO 16

1 Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago y Salomé compraron aromas para ir a embalsamarle.
2 Y muy de madrugada, el primer día de la semana, a la salida del sol, van al sepulcro.
3 Se decían unas otras: «¿Quién nos retirará la piedra de la puerta del sepulcro?»
4 Y levantando los ojos ven que la piedra estaba ya retirada; y eso que era muy grande.
5 Y entrando en el sepulcro vieron a un joven sentado en el lado derecho, vestido con una túnica blanca, y se asustaron.
6 Pero él les dice: «No os asustéis. Buscáis a Jesús de Nazaret, el Crucificado; ha resucitado, no está aquí. Ved el lugar donde le pusieron.
7 Pero id a decir a sus discípulos y a Pedro que irá delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, como os dijo.»
8 Ellas salieron huyendo del sepulcro, pues un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas, y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo...
9 Jesús resucitó en la madrugada, el primer día de la semana, y se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado siete demonios.
10 Ella fue a comunicar la noticia a los que habían vivido con él, que estaban tristes y llorosos.
11 Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron.
12 Después de esto, se apareció, bajo otra figura, a dos de ellos cuando iban de camino a una aldea.
13 Ellos volvieron a comunicárselo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos.
14 Por último, estando a la mesa los once discípulos, se les apareció y les echó en cara su incredulidad y su dureza de corazón, por no haber creído a quienes le habían visto resucitado.
15 Y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación.
16 El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará.
17 Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas,
18 agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.»
19 Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20 Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban.

San Mateo

CAPÍTULO 28

1 Pasado el sábado, al amanecer del primer día de la semana, María Magdalena y la otra María fueron a visitar el sepulcro.
2 De pronto, se produjo un gran temblor de tierra: el Ángel del Señor bajó del cielo, hizo rodar la piedra del sepulcro y se sentó sobre ella.
3 Su aspecto era como el de un relámpago y sus vestiduras eran blancas como la nieve.
4 Al verlo, los guardias temblaron de espanto y quedaron como muertos.
5 El Ángel dijo a las mujeres: "No teman, yo sé que ustedes buscan a Jesús, el Crucificado.
6 No está aquí, porque ha resucitado como lo había dicho. Vengan a ver el lugar donde estaba,
7 y vayan en seguida a decir a sus discípulos: "Ha resucitado de entre los muertos, e irá antes que ustedes a Galilea: allí lo verán". Esto es lo que tenía que decirles".
8 Las mujeres, atemorizadas pero llenas de alegría, se alejaron rápidamente del sepulcro y corrieron a dar la noticia a los discípulos.
9 De pronto, Jesús salió a su encuentro y las saludó, diciendo: "Alégrense". Ellas se acercaron y, abrazándole los pies, se postraron delante de él.
10 Y Jesús les dijo: "No teman; avisen a mis hermanos que vayan a Galilea, y allí me verán".
11 Mientras ellas se alejaban, algunos guardias fueron a la ciudad para contar a los sumos sacerdotes todo lo que había sucedido.
12 Estos se reunieron con los ancianos y, de común acuerdo, dieron a los soldados una gran cantidad de dinero,
13 con esta consigna: "Digan así: "Sus discípulos vinieron durante la noche y robaron su cuerpo, mientras dormíamos".
14 Si el asunto llega a oídos del gobernador, nosotros nos encargaremos de apaciguarlo y de evitarles a ustedes cualquier contratiempo".
15 Ellos recibieron el dinero y cumplieron la consigna. Esta versión se ha difundido entre los judíos hasta el día de hoy.
16 Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña donde Jesús los había citado.
17 Al verlo, se postraron delante de él; sin embargo, algunos todavía dudaron.
18 Acercándose, Jesús les dijo: "Yo he recibido todo poder en el cielo y en la tierra.
19 Vayan, entonces, y hagan que todos los pueblos sean mis discípulos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo,
20 y enseñándoles a cumplir todo lo que yo les he mandado. Y yo estoy con ustedes hasta el fin del mundo".

San Lucas

CAPÍTULO 24

1. El primer día de la semana, muy temprano, fueron las mujeres al sepulcro, llevando los perfumes que habían preparado.
2. Pero se encontraron con una novedad: la piedra que cerraba el sepulcro había sido removida,

3. y al entrar no encontraron el cuerpo del Señor Jesús.
4. No sabían qué pensar, pero en ese momento vieron a su lado a dos hombres con ropas fulgurantes.
5. Estaban tan asustadas que no se atrevían a levantar los ojos del suelo. Pero ellos les dijeron: "¿Por qué buscan entre los muertos al que vive?
6. No está aquí. Resucitó. Acuérdense de lo que les dijo cuando todavía estaba en Galilea:
7. el Hijo del Hombre debe ser entregado en manos de los pecadores y ser crucificado, y al tercer día resucitará."
8. Ellas entonces recordaron las palabras de Jesús.
9. Al volver del sepulcro, les contaron a los Once y a todos los demás lo que les había sucedido.
10. Las que hablaban eran María de Magdala, Juana y María, la madre de Santiago. También las demás mujeres que estaban con ellas decían lo mismo a los apóstoles.
11. Pero no les creyeron, y esta novedad les pareció puros cuentos.
12. Pedro, sin embargo, se levantó y fue corriendo al sepulcro; se agachó y no vio más que los lienzos. Así que volvió a casa preguntándose lo que había pasado.
13. Aquel mismo día dos discípulos se dirigían a un pueblecito llamado Emaús, que está a unos doce kilómetros de Jerusalén,
14. e iban conversando sobre todo lo que había ocurrido.
15. Mientras conversaban y discutían, Jesús en persona se les acercó y se puso a caminar con ellos,
16. pero algo impedía que sus ojos lo reconocieran.
17. El les dijo: "¿De qué van discutiendo por el camino?" Se detuvieron, y parecían muy desanimados.
18. Uno de ellos, llamado Cleofás, le contestó: "¿Cómo? ¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén que no está enterado de lo que ha pasado aquí estos días?"
19. "¿Qué pasó?", les preguntó. Le contestaron: "¡Todo el asunto de Jesús Nazareno!"
Era un profeta poderoso en obras y palabras, reconocido por Dios y por todo el pueblo.
20. Pero nuestros sumos sacerdotes y nuestros jefes renegaron de él, lo hicieron condenar a muerte y clavar en la cruz.
21. Nosotros pensábamos que él sería el que debía libertar a Israel. Pero todo está hecho, y ya van dos días que sucedieron estas cosas.
22. En realidad, algunas mujeres de nuestro grupo nos han inquietado,
23. pues fueron muy de mañana al sepulcro y, al no hallar su cuerpo, volvieron hablando de una aparición de ángeles que decían que estaba vivo.
24. Algunos de los nuestros fueron al sepulcro y hallaron todo tal como habían dicho las mujeres, pero a él no lo vieron."
25. Entonces él les dijo: "¡Qué poco entienden ustedes, y qué lentos son sus corazones para creer todo lo que anunciaron los profetas!
26. "No tenía que ser así y que el Mesías padeciera para entrar en su gloria?"
27. Y les interpretó lo que se decía de él en todas las Escrituras, comenzando por Moisés y luego todos los profetas.
28. Al llegar cerca del pueblo al que iban, hizo como que quisiera seguir adelante,
29. pero ellos le insistieron diciendo: "Quédate con nosotros, ya está cayendo la tarde y se termina el día." Entró, pues, para quedarse con ellos.
30. Y esto sucedió. Mientras estaba en la mesa con ellos, tomó el pan, pronunció la bendición, lo partió y se lo dio,
31. y en ese momento se les abrieron los ojos y lo reconocieron. Pero ya había desaparecido.
32. Entonces se dijeron el uno al otro: "¿No sentíamos arder nuestro corazón cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?"
33. De inmediato se levantaron y volvieron a Jerusalén, donde encontraron reunidos a los Once y a los de su grupo.
34. Estos les dijeron: "Es verdad. El Señor ha resucitado y se ha aparecido a Simón."
35. Ellos, por su parte, contaron lo sucedido en el camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
36. Mientras estaban hablando de todo esto, Jesús estuvo en medio de ellos (y les dijo: "Paz a ustedes.")
37. Quedaron atónitos y asustados, pensando que veían algún espíritu,
38. pero él les dijo: "¿Por qué se desconciertan? ¿Cómo se les ocurre pensar eso?
39. Miren mis manos y mis pies: soy yo. Tóquenme y fíjense bien que un espíritu no tiene carne ni huesos como ustedes ven que yo tengo."
40. (Y dicho esto les mostró las manos y los pies).
41. Y como no acababan de creerlo por su gran alegría y seguían maravillados, les dijo: "¿Tienen aquí algo que comer?"
42. Ellos, entonces, le ofrecieron un pedazo de pescado asado (y una porción de miel);
43. lo tomó y lo comió delante ellos.
44. Jesús les dijo: "Todo esto se lo había dicho cuando estaba todavía con ustedes; tenía que cumplirse todo lo que está escrito en la Ley de Moisés, en los Profetas y en los Salmos referente a mí."
45. Entonces les abrió la mente para que entendieran las Escrituras.
46. Les dijo: "Todo esto estaba escrito: los padecimientos del Mesías y su resurrección de entre los muertos al tercer día.
47. Luego debe proclamarse en su nombre el arrepentimiento y el perdón de los pecados, comenzando por Jerusalén, y yendo después a todas las naciones, invitándolas a que se conviertan.
48. Ustedes son testigos de todo esto.
49. Ahora yo voy a enviar sobre ustedes lo que mi Padre prometió. Permanezcan, pues, en la ciudad hasta que sean revestidos de la fuerza que viene de arriba."
50. Jesús los llevó hasta cerca de Betania y, levantando las manos, los bendijo.
51. Y mientras los bendecía, se separó de ellos (y fue llevado al cielo.
52. Ellos se postraron ante él.) Después volvieron llenos de gozo a Jerusalén,
53. y continuamente estaban en el Templo alabando a Dios.

San Juan

CAPÍTULO 20

[1] El primer día después del sábado, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio que la piedra que cerraba la entrada del sepulcro había sido removida.
[2] Fue corriendo en busca de Simón Pedro y del otro discípulo a quien Jesús amaba y les dijo: «Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».
[3] Pedro y el otro discípulo salieron para el sepulcro.
[4] Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro.
[5] Como se inclinara, vio los lienzos tumbados, pero no entró.
[6] Pedro llegó detrás, entró en el sepulcro y vio también los lienzos tumbados.
[7] El sudario con que le habían cubierto la cabeza no se había caído como los lienzos, sino que se mantenía enrollado en su lugar.
[8] Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero, vio y creyó.
[9] Pues no habían entendido todavía la Escritura: ¡él "debía" resucitar de entre los muertos! [10] Después los dos discípulos se volvieron a casa.
[11] María se quedaba llorando fuera, junto al sepulcro. Mientras lloraba se inclinó para mirar dentro
[12] y vio a dos ángeles vestidos de blanco, sentados donde había estado el cuerpo de Jesús, uno a la cabecera y el otro a los pies.
[13] Le dijeron: «Mujer, ¿por qué lloras?» Les respondió: «Porque se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han puesto».
[14] Dicho esto, se dio vuelta y vio a Jesús allí, de pie, pero no sabía que era Jesús. [
15] Jesús le dijo: «Mujer, ¿por qué lloras? ¿A quién buscas?» Ella creyó que era el cuidador del huerto y le contestó: «Señor, si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo me lo llevaré».
[16] Jesús le dijo: «María». Ella se dio la vuelta y le dijo: «Rabboní», que quiere decir «Maestro».
[17] Jesús le dijo: «Suéltame, pues aún no he subido al Padre. Pero vete donde mis hermanos y diles: Subo a mi Padre, que es Padre de ustedes; a mi Dios, que es Dios de ustedes». [
18] María Magdalena se fue y dijo a los discípulos: «He visto al Señor y me ha dicho esto».
[19] Ese mismo día, el primero después del sábado, los discípulos estaban reunidos por la tarde, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Llegó Jesús, se puso de pie en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!»
[20] Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Los discípulos se alegraron mucho al ver al Señor.
[21] Jesús les volvió a decir: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envío a mí, así los envío yo también».
[22] Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Reciban el Espíritu Santo:
[23] a quienes descarguen de sus pecados, serán liberados, y a quienes se los retengan, les serán retenidos».
[24] Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. [
25] Los otros discípulos le dijeron: «Hemos visto al Señor». Pero él contestó: «Hasta que no vea la marca de los clavos en sus manos, no meta mis dedos en el agujero de los clavos y no introduzca mi mano en la herida de su costado, no creeré».
[26] Ocho días después, los discípulos de Jesús estaban otra vez en casa, y Tomás con ellos. Estando las puertas cerradas, Jesús vino y se puso en medio de ellos. Les dijo: «La paz esté con ustedes».
[27] Después dijo a Tomás: «Pon aquí tu dedo y mira mis manos; extiende tu mano y métela en mi costado. Deja de negar y cree».
[28] Tomás exclamó: «Tú eres mi Señor y mi Dios».
[29] Jesús replicó: «Crees porque me has visto. ¡Felices los que no han visto, pero creen!».
[30] Muchas otras señales milagrosas hizo Jesús en presencia de sus discípulos que no están escritas en este libro.
[31] Estas han sido escritas para que crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios. Crean, y tendrán vida por su Nombre
[1] Después de esto, nuevamente se apareció Jesús a sus discípulos en la orilla del lago de Tiberíades. Y se hizo presente como sigue:
[2] Estaban reunidos Simón Pedro, Tomás el Mellizo, Natanael de Caná de Galilea, los hijos del Zebedeo y otros dos discípulos.
[3] Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar». Contestaron: «Vamos también nosotros contigo». Salieron, pues, y subieron a la barca, pero aquella noche no pescaron nada.
[4] Al amanecer, Jesús estaba parado en la orilla, pero los discípulos no sabían que era él.
[5] Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo que comer?» Le contestaron: «Nada». [
6] Entonces Jesús les dijo: «Echen la red a la derecha y encontrarán pesca». Echaron la red, y no tenían fuerzas para recogerla por la gran cantidad de peces.
[7] El discípulo de Jesús al que Jesús amaba dijo a Simón Pedro: «Es el Señor».
[8] Apenas Pedro oyó decir que era el Señor, se puso la ropa, pues estaba sin nada, y se echó al agua. Los otros discípulos llegaron con la barca -de hecho, no estaban lejos, a unos cien metros de la orilla; arrastraban la red llena de peces.
[9] Al bajar a tierra encontraron fuego encendido, pescado sobre las brasas y pan.
[10] Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar».
[11] Simón Pedro subió a la barca y sacó la red llena con ciento cincuenta y tres pescados grandes. Y no se rompió la red a pesar de que hubiera tantos.
[12] Entonces Jesús les dijo: «Vengan a desayunar». Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntarle quién era, pues sabían que era el Señor.
[13] Jesús se acercó, tomó el pan y se lo repartió. Lo mismo hizo con los pescados.
[14] Esta fue la tercera vez que Jesús se manifestó a sus discípulos después de resucitar de entre los muertos.
[15] Cuando terminaron de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?» Contestó: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos».
[16] Le preguntó por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?» Pedro volvió a contestar: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Jesús le dijo: «Cuida de mis ovejas».
[17] Insistió Jesús por tercera vez: «Simón Pedro, hijo de Juan, ¿me quieres?» Pedro se puso triste al ver que Jesús le preguntaba por tercera vez si lo quería y le contestó: «Señor, tú lo sabes todo, tú sabes que te quiero». Entonces Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas».
[18] En verdad, cuando eras joven, tú mismo te ponías el cinturón e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, abrirás los brazos y otro te amarrará la cintura y te llevará a donde no quieras».
[19] Jesús lo dijo para que Pedro comprendiera en qué forma iba a morir y dar gloria a Dios. Y añadió: «Sígueme.».
[20] Pedro miró atrás y vio que lo seguía el discípulo al que Jesús amaba, el que en la cena se había inclinado sobre su pecho y le había preguntado: «Señor, ¿quién es el que te va a entregar?»
[21] Al verlo, Pedro preguntó a Jesús: «¿Y qué va a ser de éste?»
[22] Jesús le contestó: «Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti qué te importa? Tú sígueme».
[23] Por esta razón corrió entre los hermanos el rumor de que aquel discípulo no iba a morir. Pero Jesús no dijo que no iba a morir, sino simplemente: «Si yo quiero que permanezca hasta mi vuelta, ¿a ti qué te importa?»
[24] Este es el mismo discípulo que da testimonio de estas cosas y que las ha escrito aquí, y nosotros sabemos que dice la verdad.
[25] Jesús hizo también otras muchas cosas. Si se escribieran una por una, creo que no habría lugar en el mundo para tantos libros.